Tu no conoces a la furiosa tempestad que vive bajo mis párpados
enrojecidos de llorarte
vivo en un faro: poesía en el fin del mundo
playa sedienta, un discurso dibuja tu horizonte
hasta él empujo barcos gigantes que se estrellan,
como golpes de luz, en tu vaso lleno de nada.
cierro los ojos
-zona rescate-
invito al trapecista a bailar sobre la cuerda
que se balancea como un puente construido por mis propias palabras,
que ultrapaso visitando todas tus islas.
Dispuesta a suicidarme con miles de ocasos
camino hasta el fondo del océano,
donde cada noche me besa una virgen marina
donde un animal exótico me observa con su ojo lateral
y reduce la polisemia de tus versos a un beso.
¡para!
Que sigo atrapada entre los cristales
como una mosca
-por amarte-